El recubrimiento en polvo es una tecnología de acabado avanzada que utiliza polvo seco aplicado electrostáticamente y curado al calor para formar un acabado duro. La tecnología del recubrimiento en polvo ha evolucionado para garantizar una mayor durabilidad, estética y eficacia de una amplia gama de piezas metálicas. He aquí cómo funciona:
Aplicación de pulverización electrostática
El método más común de aplicación del recubrimiento en polvo es el proceso de pulverización electrostática. Las partículas de polvo se cargan eléctricamente y son atraídas hacia la pieza metálica, que está conectada a tierra. Esta atracción electrostática garantiza una cobertura uniforme, incluso en geometrías intrincadas o complejas. Los avanzados equipos de pulverización garantizan una distribución uniforme del polvo por toda la superficie, lo que se traduce en una cobertura homogénea.
Recubrimiento en lecho fluidizado
Para revestimientos más gruesos, se emplea el método de revestimiento de lecho fluidizado. En este proceso, las piezas metálicas se precalientan primero y luego se sumergen en un polvo suspendido en aire. El resultado es un revestimiento grueso y duradero, ideal para piezas que requieren protección adicional contra el desgaste y la corrosión.
Horno de curado
Una vez aplicado el polvo, la pieza se introduce en un horno de curado donde el calor hace que el polvo se funda y fluya, formando un acabado resistente y duradero. La temperatura de curado suele oscilar entre 160 °C y 200 °C, aunque puede variar en función del tipo específico de polvo aplicado. El proceso de curado da como resultado un acabado liso y endurecido, resistente al rayado, la decoloración y el desconchado.
Desafíos del recubrimiento en polvo y cómo resolverlos
Explore los retos que plantea el proceso de recubrimiento en polvo y las soluciones prácticas que garantizan acabados perfectos y resultados duraderos.
Desafíos de la preparación de superficies
Desafío: Para garantizar una adherencia adecuada, la superficie debe limpiarse meticulosamente antes de aplicar el recubrimiento en polvo. Contaminantes como aceites, suciedad u óxido pueden impedir que el polvo se adhiera, dando lugar a acabados deficientes.
Solución: Los procesos de pretratamiento, como el chorro de arena o la limpieza química, garantizan que la superficie esté libre de contaminantes. Este paso es esencial para garantizar que el revestimiento se adhiera eficazmente, lo que se traduce en un acabado duradero.
Cobertura irregular en formas complejas
Desafío: Es posible que algunas piezas con geometrías complejas no reciban una cobertura uniforme, lo que puede dar lugar a zonas con un recubrimiento insuficiente o que no se cubran por completo.
Solución: La avanzada tecnología de pulverización electrostática garantiza que el polvo llegue incluso a las formas más complejas. Se utilizan sistemas automatizados con herramientas giratorias o vibratorias para garantizar una cobertura uniforme en todas las superficies.
Sensibilidad térmica de determinados materiales
Desafío: Algunos materiales pueden ser sensibles a las altas temperaturas de curado, pudiendo provocar deformaciones.
Solución: Para materiales sensibles al calor, pueden utilizarse polvos de curado a temperaturas más bajas. Estos polvos están especialmente formulados para curar a temperaturas más bajas, minimizando el riesgo de daños en el material.
Problemas de coherencia cromática
Desafío: Conseguir un color homogéneo en grandes lotes a veces puede resultar complicado, especialmente en el caso de acabados metalizados o texturizados.
Solución: Los fabricantes de recubrimientos en polvo emplean herramientas de medición precisas y sistemas automatizados para garantizar la uniformidad del color en grandes lotes. Además, el uso de polvos de alta calidad ayuda a mantener la uniformidad del color.